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Claves para Frenar la Alternaria en Cítricos Valencianos

oct, 2025 • Written by: Carmen Ibarra Galbis

 

Introducción: 

La Alternaria alternata se ha convertido en uno de los principales desafíos fitosanitarios para la citricultura valenciana. Esta enfermedad fúngica afecta especialmente a ciertas variedades de mandarinas e híbridos, comprometiendo la producción y calidad del fruto. En un contexto de márgenes ajustados y exigencias crecientes del mercado, su aparición recurrente puede reducir notablemente la rentabilidad de las explotaciones si no se actúa de forma preventiva y coordinada.

 

1. ¿Por qué aparece la Alternaria y cuándo es más peligrosa?

La Alternaria alternata prospera en condiciones de alta humedad relativa (superior al 85%), rocíos persistentes o lluvias frecuentes. Las hojas mojadas durante varias horas permiten la germinación de esporas, especialmente cuando las temperaturas se mantienen entre 20 y 30 °C. Las zonas con nieblas matinales o mala ventilación son especialmente propensas.

Las épocas más críticas son:

  • Primavera: los brotes tiernos y hojas jóvenes son muy vulnerables. La humedad y las lluvias favorecen las infecciones durante la floración y el cuajado.

  • Inicio del verano: los frutos recién cuajados presentan tejidos sensibles, y la combinación de calor y humedad eleva el riesgo.

  • Final de verano y otoño: las tormentas y periodos lluviosos pueden reactivar la enfermedad en frutos en desarrollo



2. Síntomas Visibles y Órganos Afectados

Reconocer los primeros signos es clave para evitar daños mayores:

  • Hojas jóvenes: muestran manchas marrones o necróticas con halo amarillo. En variedades sensibles, pueden provocar la caída prematura de hojas.

  • Brotes tiernos: presentan necrosis en ápices y tejidos nuevos, debilitando la planta y ralentizando el crecimiento.

  • Frutos en desarrollo: las manchas oscuras hundidas, rodeadas de un halo amarillento, son típicas. Los frutos recién cuajados son los más afectados, y en casos severos puede producirse caída prematura y pérdida de rendimiento.

  • Floración: aunque menos frecuente, pueden observarse necrosis en pétalos y caída de flores cuando las condiciones son muy favorables al hongo.

Las variedades más sensibles son mandarinas e híbridos como Fortune, Nova, Murcott y Leanri, entre otras.

 
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3. Estrategias para su Control y Prevención

a) Medidas culturales: la primera línea de defensa

Un manejo adecuado del cultivo reduce drásticamente la incidencia:

  • Podas de aclareo: mejoran la aireación, reducen la humedad y permiten una mejor entrada de luz.

  • Riego controlado: evitar excesos que mantengan el follaje húmedo.

  • Nutrición equilibrada: una planta bien nutrida resiste mejor las infecciones.

  • Eliminación de restos vegetales infectados: reduce la presencia de inóculo en la parcela.

  • Selección varietal: en nuevas plantaciones, conviene optar por variedades menos sensibles en zonas de riesgo.

b) Prevención y monitoreo

La anticipación es clave.

  • Monitorear condiciones ambientales (humedad, lluvias, rocíos) ayuda a detectar momentos de riesgo.

  • Seguir el estado fenológico del cultivo permite actuar en las fases más vulnerables: brotación, cuajado y desarrollo del fruto.

  • Usar modelos predictivos y avisos fitosanitarios, especialmente útiles en la Comunidad Valenciana, donde existen sistemas de alerta que informan sobre el riesgo de aparición de la enfermedad.

c) Control fitosanitario

Los tratamientos deben ser preventivos, aplicados en las fases más críticas:

  • Brotes tiernos en primavera, durante la floración y cuajado, y al inicio del desarrollo del fruto.

  • Es fundamental realizar una rotación de materias activas para evitar la aparición de resistencias.

  • Las aplicaciones deben realizarse bajo asesoramiento técnico, ajustándose siempre a la normativa y respetando los límites de residuos autorizados.

 

 


 

Conclusión

En la Comunidad Valenciana, donde la humedad ambiental es alta en determinadas zonas citrícolas, la Alternaria alternata representa un reto creciente. Sin embargo, su control es posible si se adopta una estrategia integral que combine prevención, manejo agronómico y control fitosanitario responsable.

Más allá del uso de fungicidas, la clave está en entender el ciclo de la enfermedad, anticipar las condiciones de riesgo y mantener un equilibrio sanitario en la plantación. Cada acción, desde una poda bien hecha hasta una correcta planificación del riego, cuenta para mantener árboles más sanos, productivos y sostenibles.

 

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Carmen Ibarra Galbis